24 de julio de 2012

CAVALLERS D'URREA EN LA BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA

     Con el calor abrasador del mes de julio, los de Urrea acudimos a la llamada de nuestro rey Pedro II de Aragón, a quien el papa Inocencio III, había solicitado ayuda en una determinante cruzada. Pertrechados para un largo viaje y armados hasta los dientes, para defender la fe de Nuestro Señor Jesucristo ante los sarracenos que amenazan con acabar con los reinos de España y franquear la puerta de Europa. Marchamos todos los ejércitos que se han unido para esta batalla, los castellanos con el rey Alfonso VIII al frente junto al arzobispo de Toledo, D. Rodrigo Jiménez de Rada. Los navarros con su rey Sancho VII el Fuerte; las milicias concejiles, caballeros de León,  Francia y Portugal, órdenes militares del Temple, Hospital, Calatrava, Santiago, etc…. D. Diego López de Haro, señor de Vizcaya encabeza el numeroso ejército.

     Larga y agotadora es la marcha por la vasta llanura manchega, donde los trigales yacen cosechados ya en pajares, y el grano dormita en los silos. La tierra abrasa, los hierros parecen fundirse, las aguadoras no dan abasto. Los ultramontanos nos han dejado varias millas atrás, han desertado incapaces de resistir el calor sofocante del astro rey, y las órdenes del rey Alfonso prohibiendo el crimen y el pillaje. Llegando a Despeñaperros, una muralla de montañas nos impide el paso, la avanzadilla informa a Álvaro Núñez de Lara, abanderado de Castilla que la morisma tiene cortados los pasos y la emboscada es casi segura. Hay preocupación entre los reyes, al Nasir pretende diezmar nuestro ejército antes de entrar en combate. Acampamos llenos de preocupación, y durante la noche aparece un joven pastor que dice conocer un paso franco, que atraviesa los cortados sin ningún peligro. Su eminencia el arzobispo Jiménez de Rada afirma que sus plegarias han tenido respuesta, el pastor es un ángel enviado por Nuestro Señor Jesucristo.

     Aún no ha amanecido cuando nos ponemos en marcha, atravesamos senderos pedregosos que se alzan y descienden abruptos en zig-zag, con cortantes que despeñan al abismo, la estrechez es tal que apenas si pueden pasar las caballerías. Como dijo el pastor, no ha habido contratiempos y durante el paso no hemos sufrido ninguna refriega, estamos ante unas colinas suaves que se pierden en el horizonte con la luz malva del amanecer, la suficiente para vislumbrar al fondo, el numeroso ejército de Muhamad al Nasir.

     Muhamad al Nasir ha reclutado a la flor y nata de los guerreros del Magreb, su ejército almohade hasta hoy ha sido invencible. Miramamolín, así llamado por los cristianos, ansía repetir la victoria de Alarcos dos décadas atrás. Y nuestros reyes cristianos, no quieren ni por asomo que esto vuelva a suceder, pues es el fin para todos nosotros y de nuestros hijos. La batalla es cuestión de horas. Montamos campamento junto a nuestros camaradas aragoneses almogávares. Es tiempo de confesión, recibir los sacramentos y preparar las armas. La tensión es máxima. A una orden suenan tambores de llamada, hay que preparase para entrar en combate. Gambesón, lóriga, almófar, yelmo, aceros y escudo, los arqueros moros son terribles. Cada ejército toma posición, se alzan lanzas, pendones y estandartes. El de Castilla, el águila negra de Navarra, las barras de Aragón y la enseña de San Jorge, las cruces de las Órdenes Militares…todos en formación.

     Con el sol cayendo a plomo, se avanza por terreno pedregoso atravesando un olivar, se remonta una colina, los cardos se clavan en  la piel con su punzante aguijón, el polvo se mastica, el sudor empapa el cuerpo fundido en extraña mezclan de ansia y ardor. Los comandantes van dando órdenes de estrategia y situación para el combate. Frente a nosotros en lejanía, destaca un palenque rojo rodeado de un temible ejército. Al Nasir y su visir, rodeados de su guardia negra los imesebelen, alientan a las tropas con arengas que asemejan a cantos de llamada del muecin. Los guerreros musulmanes oran hacia la Meca, todo es sobrecogedor. Nuestro ejército se arrodilla para la bendición del arzobispo de Toledo. Tras los rezos suenan vigorosos los gritos: ¡Por Dios, por Castilla y por Alfonso! ¡Por Dios, por el rey y por Aragón! ¡Por el Papa!. ¡Dieu le veut!...

     Avanzan tres alas del ejército cristiano colina arriba contra lo mejor del ejército almohade, entran en choque. Mientras desde los flancos, los temibles arqueros otean los puntos débiles de los cruzados, lanzando nubes de mortíferas y certeras flechas. Protección de escudos, golpes de espada, maza o hacha.  El estruendo y griterío es colosal, van cayendo cuerpos inertes y heridos. El centro del ejército cristiano parece desfallecer, las órdenes militares se baten con bravura por el ala derecha, el rey Alfonso decide atacar con todo el ejército mientras espoleando el caballo, le grita al arzobispo Jiménez de Rada:”Vos y yo, aquí muramos”. Por el flanco izquierdo las huestes de Aragón con el rey Pedro, por el centro los castellanos y navarros, atacando con fuerza en dirección al palenque de Al Nasir. Los moros resisten pero van cediendo ante la carga cristiana que se mantiene firme y avanza hacia la empalizada que rodea el palenque.

     Los navarros han roto las cadenas, la guardia senegalesa se bate con garra pues encadenados su suerte es matar o morir. Dos bravos aragoneses arrebatan enseñas moras, el círculo se cierra en torno al palenque y al Nasir, solo tiene tiempo de huir a caballo. La derrota almohade es completa, el rey Alfonso de Castilla lanza a las tropas el grito de victoria, mientras alzan lanzas y espadas entre gritos de júbilo. Los clérigos atienden a los heridos y confiesan a los moribundos, las aguadoras apagan el fuego de las bocas ardientes de los bravos guerreros. Todo ha concluido. El arzobispo y el clero, entonan el Te Deum Laudamus, mientras los cruzados, rodilla en tierra cantan la oración de gratitud al cielo.

     1212-2012. 800 años de la Balla que cambió Europa. Una experiencia única e inenarrable. Nuestro agradecimiento a Battle Honeurs y a cuantos se curraron el evento. Nuestra eterna amistad a los compañeros recreacionistas de muchas otras andanzas. Había que estar allí y estuvimos. Siempre habrá un antes y un después de las Navas. Hasta pronto compañeros, si Dios lo quiere.    


        CAVALLERS D’URREA I DAMES D’ALCALATEN.

        Julio de 2012

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